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lunes, 8 de agosto de 2011

Amores clandestinos...de esos prohibidos que saben a delicia de la cual no se puede disfrutar...lo que daría por un té en un sofá azul...

Así se contaban sueños y recuerdos, amores y desamores:
discutían, se abrazaban, se peleaban; compart
ían certezas y bellezas y también compartían dudas y
culpas y preguntas de esas que no tienen respuestas.
Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad
de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le
niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos,
o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos,
tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que
merece ser por los demás celebrada o perdonada.


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